EL HORNO ARABE

EL HORNO ARABE

Viendo el otro día un documental sobre comidas hechas en el horno de piedra me llamó la atención la clasificación que hacían de los distintos tipos de hornos. Los que están introducidos en la pared, dentro de la chimenea son de origen árabe. Todos los que he visto en el pueblo son así, incluido el que había en mi casa, con losas rojas de barro. El día anterior al amasijo, había que bajar las gavillas de ramas del tenado (ramas finas que se recogían cuando se podaban los árboles, sobre todo los olivos, y se ponían en los tenados para que se secaran y a la vez proporcionaban refugio para los animales del corral). Se utilizaba este tipo de leña por arder fácil y calentar las paredes más rápido. Las mujeres de la casas ese día madrugaban más de lo que tenían acostumbrado. Para hacer la masa del pan se usaba la creciente (masa o levadura que se guardaba del amasijo anterior. De chica me impresionaba cada vez que llegaba a la artesa y retiraba el tendido que cubría la masa que cada vez estaba más abultada, pensaba que allí había algo mágico, siempre imaginaba que dentro había un duendecillo que sopla y soplaba hasta ponerla gigante. Mi madre ponía una silla para que me subiera y así poder llegar a la artesa y mientras jugaba con una buena bola de masa y hacia mis propios panes, ella cernía la harina y la iba mezclando con agua caliente, sal y la creciente. Era un trabajo laborioso y pesado. Nos hacia unas palomas de pan( a las cuales ponía los ojos con un tizoncillo) preñados ( pan un chorizo cocido dentro) aun parece que tengo el sabor del pan caliente y la prinugecilla del chorizo en mi boca. Cuanto daría por tenerte de nuevo y volver a aquellos instantes, aunque sólo fuera por un momento – ¿PEPILLA y las tortas de chicharrones que nos hacías?, te salía la masa hojaldrada y el azúcar se caramelizaba por arriba. Ese día sólo comíamos pan caliente con aceite y sal. Miraba hacia arriba y te veía en la boca del horno como ibas mojando la escoba en agua para que no se quemara y barrías las ascuas hacia un lado para poner los panes en el suelo del horno y se cocieran. Yo me retiraba pues la cara se me quemaba. Nunca entendí como tú podías aguantarlo, y ahora que soy madre comprendo muy bien los sentimientos y esfuerzos que tenías que hacer para cuidarnos. Nada comparable con los esfuerzos que hacemos hoy en día. Por eso desde aquí quiero engrandecer a esas mujeres que muy duramente trabajaron para sacar a sus crías adelante. Aprovechando que viene por ahí el ocho de marzo, pero no tendríamos que esperar a que llegara una fecha que nos dijera haz esto, o aquello, sino hacerlo cuando nuestro corazón nos lo dictamine, dejarnos llevar por las emociones y sacar lo bueno que llevamos dentro, porque llevamos mucho, no pasa nada si lo hacemos, no somos más débiles por hacerlo y tener en cuenta al que tenemos a nuestro lado, no pasa nada sin por unos instantes dejamos de mirarnos el ombligo.

Mª Luz Gómez

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