Día de Andalucía en Benamaurel (por Rogelia Pozo)

 

LOS CAPOTEROS

Por el mes de junio, comenzaban todas las familias capoteras de Benamaurel a madrugar . La familia de los Mesas era una de las de las más populares por su habilidad en coger la capota.
Todos, incluido el más chico se levantaban temprano. Unos iban voluntariamente y gustosos y otros protestando, cada uno con su talego, a media de la estatura, así lo llevaban de grande.
Comenzaban andando desde Benamaurel en dirección a los cerros donde comenzaba a salir el sol y a veces se olían la capota, por las mañanas con el rocio. Salían en busca de la suerte, de dar con un buen tajo y que nadie se les metiera por otro lado del cerro. Además de la habilidad de los capoteros también se usaba la astucia. Se cogía la alcaparrera del principio y la del final de la cañada. A eso le llamaban FOLLETEAR, así los posibles capoteros que llegaran más tarde, veían que estaba cogida y no se acercaban. Y el” folleteador “echaría una buena mañana, entrando a su casa con un supersueldo. Por esos años el kg. de capota chica llego a valer 1000 pts. Y ese día la familia ganó 35000 pts. gracias a Martin que era un buen cogedor de capota pequeña. A veces cuando encontraban mucha capota se quitaban parte de la ropa para echarla, ya que no podían dejarla para otro día, había que cogerla toda fuera la hora que fuera. Lo malo era el regreso con el sol ya en lo alto y a bastantes km. del pueblo, andando y sin agua, y con todos los hijos más pequeños andando. Pero ese día se disfrutaba en la familia de helados y brazos de gitano.
Para algunos estudiantes suponía unos pequeños ingresos para el comienzo del curso.
Algunas madres, como el caso de Piedad, no se podían alejar mucho de la casa por los niños y recogían la capota en las proximidades de su cueva, aguardando a que los niños se levantaran, y cada uno salía con su latilla en busca de la madre. Era un trabajo donde cada uno de la familia aportaba lo que podía, y entre todos se llenaban los talegos. Al finalizar la maña se vendía en casa de Antonia en el Collado, Pero antes había que cribarla, formando la gente cola y esperando su turno, allí descansaban al fresquito de la cueva y asi un día tras otro. Otro punto de recogida era en casa del Chivitos, se metía la capota y melones en bidones con agua sal .Cuando comenzaban las primeras lluvia en agosto y las alcaparreras se enrrabiaban y dejaban de producir.
La entrada de la capota de Marruecos supuso el final de la producción de Benamaurel
Mª Luz Gómez.

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LOS QUINTOS 

 

El ejército, considerado como una milicia de carácter nacional, aparece durante el reinado de los Reyes Católicos. Hasta el siglo XVIII sus integrantes lo forman voluntarios, leva forzosa (vagos y maleantes no productivos a los que obligan a alistarse) y, tras la llegada de los Borbones, sorteo de quintos cuando no se alcanzaba el cupo necesario. Había muchos exentos de hacerlo como eclesiásticos, nobles, hidalgos o habitantes de la Corona de Aragón, Navarra o País Vasco.
Las cortes de Cádiz son las primeras en legislar un servicio obligatorio pero no se lleva a efecto ya que Fernando VII establece en 1819 la “redención en metálico” que consistía en pagar una cantidad alta de dinero, sólo al alcance de ricos, para librarse de hacerlo. En la etapa del lojeño Narváez como presidente del gobierno se aprueba que un soldado podía pagar ese dinero a otro que iba en su lugar.
Durante el siglo XIX hay diversos intentos de cambiar la situación, desde hacerlo obligatorio hasta voluntario y de carácter profesional.
La cuestión de las quintas ocasiona diferentes problemas que se recrudecen cuando en la 3ª Guerra de Cuba y guerras de África la tropa sólo está formada por gente de la clase baja. El descontento estalla en la Semana Trágica de 1909 en Barcelona donde muchos soldados se niegan a ir a la guerra a Melilla, siendo uno de los gritos esgrimidos “O todos, o ninguno”.
La rebelión ocasiona que en 1911 se cambie la ley y se exija el servicio militar obligatorio a todos los varones, aunque se deja el resquicio de los “soldados de cuota” que consistía en que determinados casos, como los estudiantes universitarios, pudieran reducir el tiempo y elegir cuándo o dónde hacerlo a cambio de dinero. Esta situación se elimina durante la Segunda República.

Al tratarse de un sorteo en el que se escogía una quinta parte, a los muchachos elegidos para incorporarse a filas se les comenzó a llamar ‘quintos’, y de ahí que también se terminase utilizando el término para señalar a aquellos que eran de la misma edad o que habían realizado en el mismo año el servicio militar (ser de la misma quinta).
El sistema permitía a los más adinerados de pagar una cuota” redeción en metálico” para no incorporarse al ejército, lo que siempre generó malos ambientes entre los liberados y los que se incorporaban obligatoriamente.. La cantidad varió con el tiempo pero eso se acabó antes de la Guerra Civil porque hubo muchas protestas.
En Benamaurel:
El periodo de actividad del servicio militar fue muy variable a lo largo de los años.
Llegó un hijo de la guerra de Cuba. Después de 7 años y estaba el padre atizando la lumbre. El hijo emocionado dijo:
_Padreeee¡¡¡¡
El padre volvió levente la cabeza y no le dijo más que
_:¿Has venío ya, hombre?…

El municipal Manuel Prieto midió los quintos del año 69 en la taberna del” tio tinajas “ y los pesó en una gran bascula de molino. El lugar de reunión ya incitaba a la fiesta. Los gallos desaparecían de algunos corrales y entre vasos de vino y trozos de gallo frito .Otros quintos se juntaban un tiempo antes y bebían y se comían un pollino joven que aún mamaba. .. No había problema en encontrarlo porque entonces había muchas burras…casi todos los regalaban para ese evento
Se iniciaba la fiesta comiendo y bebiendo desmesuradamente hasta el amanecer. A algunos les costaba encontrar el camino de regreso a su casa.
En el año 2002 finalizo la incorporación obligatoria al ejército. Pasando a ser un ejército profesional.

Mª Luz Gómez.

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El duendecillo de los ojos brillantes (Rogelia Pozo)

En un anejo de Benamaurel, entre Cuevas del Negro y Cueva Luna, al pie del cerro Jabalcón había un cortijo muy grande, lo llamaban el Cortijo Nuevo. En él vivía la familia del Tío Rubio “él de las pecas”, su cara tenía muchos lunares marroncillos, el pelo pelirrojo como los rayos del sol al atardecer cuando entre nublados se pone por los cerros de las Cucharetas con esos colores rojizos; por eso lo apodaron el tío Rubio “el de las pecas” Este hombre, estaba casado con la tía Genara, una mujer muy guapa. Tuvieron once hijos, uno de ellos, se quedó a vivir en el cortijo y se casó con una mujer del pueblo, que se llamaba Dolores “La Escarcha”. Hicieron una gran boda; ella iba vestida con un refajo y un mantón de manila con un ramito de gardenias en la cintura y montada en su yegua blanca ataviada con sus mejores galas, un aparejo nuevo y una sobremesa bordada a punto de cruz con muchos colores. Fue espectacular su llegada al cortijo., dos días de boda junto a familia y vecinos de otros cortijos Era una gran mujer que en todo le ayudaba. Tuvieron una hija y tres hijos; el más pequeño salió igual que el abuelo, pelirrojo con pecas, y sus hermanos le decían “el pecosillo”. Este precioso niño tenía un amigo invisible con unos ojos muy grandes y brillantes, como el espejuelo que a lo lejos se ve brillar, al que sus hermanos no podían ver. Se reían del “pecosillo”, era su amigo el duendecillo de los ojos brillantes del Cortijo Nuevo. La madre y la hermana como cada mañana madrugaron para ayudar en la faena del campo que era tiempo de siega. Todos arrimaban el hombro, segaban el trigo, cebada, centeno y con un carro tirado por bueyes cargado de haces los dirigían a la era y, allí “el pecosillo” junto con su hermano mayor descargaban la mies; se montaban en el trillo tirado por dos mulas tordas ‘Condesa y Sultana’; retrillaban la parva para extraer el grano de aquellas espigas doradas por el sol, y por la tarde cuando el viento soplaba con fuerza, todos con palas ablentaban el gran montón que ya habían recogido. Separaban el grano de la paja, que metido en costales, lo llevaban a los atrojes y la paja al pajar La madre, aquel día, llegó muy cansada pensando en todo el trabajo que en la casa le esperaba; qué sorpresa se llevó cuando llegó al cortijo: las camas estaban hechas, el vidriado bien fregado, la casa muy bien barrida, la placeta bien rociada, en la lumbre una sartén llena de migas que no paraban de moverlas pero sin ver quién lo hacía. Llamó al marido y a los hijos, que vinieron en un periquete (rápido) pensando que le había pasado algo a la madre y les contó lo que allí estaba pasando. El niño “pecosillo” le dijo: ¿Mamá no lo ves?. Es mi amigo, el que os dije, no me quisisteis creer, es el duende del cortijo que mi amigo quiere ser, tiene los ojos brillantes y cuando me voy a regar se viene siempre conmigo para poderme alumbrar. Desde entonces el duendecillo fue uno más de esta buena familia y en lo que podía ayudaba; si.la madre amasaba, el duende cernía y con sus canciones a todos distraía. A la hora de dormir con su amigo se acostaba y esos ojos brillantes al “pecosillo” alegraban Si vais al Cortijo Nuevo y veis algo brillar entre todos los espejuelos sus ojos encontrarás, son los ojos del duendecillo que buscando amigos está.

Rogelia Pozo 16 octubre 2018

Milagro de Navidad (Rogelia Pozo)

En un cortijo en la sierra de Castril vivía un matrimonio con 7 hijos junto con dos perros y 2 gatos, allí disfrutaban de una tranquilidad envidiable, sólo era interrumpida por el sonido del agua del río qué bordeaba la cerrada

Tenían un gran corral con cerdos, pavos reales, pollos, gallinas, cabras, ovejas, una burra y Barbadillo, un burrillo nacido de Paloma, que se lo regaló a Vega la más pequeña de sus hijos. Los niños alimentaban cada día a todos los animales, jugaban con ellos, eran parte de la familia.

Una mañana, todos estaban en la era de la puerta, asombrados veían como toda la familia adornaban la fachada con luces de colores, el gran pino que había frente a la casa lo decoraban con guirnaldas de bonitos colores. Miguelillo, el más ágil, trepó de rama en rama hasta llegar a la copa donde puso una gran estrella plateada con destellos que alumbraban todos los barrancos Los animales pensaron ¡llega la Navidad!.

Al día siguiente el padre, comentaba con su mujer, tenemos que afilar los cuchillos de la barja para matar a los cerdos, el pavo, algunos pollos y el corderito. Cochinita al escuchar lo que hablaban, se puso muy triste y se fue a reunir a todos los animales para ir en busca de Paloma, y contarle lo que iban hacer con todos ellos.

Al pavo Joni, lo asarían en el horno para la cena de Noche Buena. A los hijos de Cochinita los harían chorizo y salchichón. El corderito que escuchó esto, se quedó petrificado y pensó entonces yo también me veré asado en las parrillas. Las gallinas cacareaban sin parar, pues a sus amantes gallos, también los matarían. Esa misma noche todos los animales pensaron: ¡esto es la Navidad!, ¡comernos a todos!.

Mirando al pino donde estaba la estrella le pidieron un deseo o un milagro. En estas fechas donde se supone que todo es felicidad y armonía te pedimos que no nos maten. Al amanecer como cada día llegaron los niños a darles la comida, los encontraron muy tristes. Se acercó Paloma y Barbadillo y les contó lo que sus padres iban hacer. Entre todos tramaron un plan. Tiraron la barja al río, los cerdos se hicieron los enfermos, el pavo se escondió entre las ramas para que no lo pillaran y el corderito se fue por la tapia del corral a esconderse.

El padre viendo el panorama, se enfadó y riñó a sus hijos. La más pequeña llorando le dijo:»No queremos que los mates, son nuestros amigos». El hombre al oír las palabras balbuceantes que salían de la boquita de su niña Vega, reflexionando, se fue a la cama, y esa noche, en sueños pasaron por su cabeza miles de imágenes y entre ellas tubo un sueño en el que la estrella le hablo y le dijo: » no hay mejor regalo para tus hijos que le concedas lo que te han pedido, si no serán unas Navidades muy tristes para ellos”.

Despertó del sueño y una gran ansiedad atrapó su pecho. Empezó a llorar y pensó solucionar lo que había hablado con su mujer. Se levantó, encendió una gran lumbre junto al pino y puso música de villancicos. Llamó a su mujer y a sus hijos y les dijo: ¡venid conmigo!. Fueron al corral, todos temblaban al verlos entrar, no comprendían para que los reunía.

Empezó el padre a hablar:»se acerca la Navidad y aquí en nuestro cortijo no quiero que nadie sufra. Seguiremos todos juntos, somos una familia, así es que vámonos todos juntos a la lumbre a celebrar el milagro de la Navidad”.

Paloma y Barbadillo se tumbaron cerquita de la lumbre. Vega besaba a su burrillo. Peggi con sus hijos cerditos se revolcaban en un charco. El pavo abrió su gran cola de plumas de colores y bailaba al son de los villancicos. Los corderitos daban saltos de alegría, las gallinas revoloteaban cerquita de los gallos colorados. Todos hacían lo que sabían. Comieron tortillas, ensalada con patatas asadas en la lumbre, la mujer sacó carne membrillo, tarros de melocotón que tenía guardados en la despensa y una gran bandeja de mantecados, rosquillos y turrón de almendra. Fue una noche muy especial pero muy feliz. El milagro de la Navidad se había cumplido.

Rogelia Pozo. 30 .Noviembre. 2018

 

Como vivían la Navidad nuestros abuelos (Rogelia Pozo)

Sentados junto al fuego, al llegar la Navidad, mi abuela nos solía contar cuentos. No sé si eran vividos o los acababa de inventar pero todos con la boca abierta la escuchábamos al rededor de la mesa sentados, en silencio, ella nos contaba:

“Que había un cortijo al pie del cerro que cuando llegaba la Navidad por la chimenea se podía adivinar lo que allí se cocinaba. Se olía a dulces recién hechos, adornaban con guirnaldas de flores, hechas con papeles brillantes de colores, la gran sala; con quinqués colocados en la leja, que había por encima del fuego de la chimenea, alumbraban la cocina; una gran mesa preparada con mucho amor. Grandes bandejas de comida y dulces de Navidad. Todo dispuesto para cuando llegara la familia y vecinos para pasar la Noche Buena.

Cuando empezaba a caer la noche, la familia del Tío Rubio, “él de las pecas”, con sus mejores galas, como cada año, venían a pedir el aguinaldo. Llegaban montados en sus caballos o en las burras, a los niños los metían como cantarillos en las aguaderas. Con sus guitarras, bandurrias, zambombas y panderetas llegaban cantando villancicos.

Después de cenar el pavo que lo habían asado en el horno durante toda la tarde, la tía Dolores, obsequió con los dulces que había hecho en las vísperas: rosquillos, mantecados, polvorones…….y colocadas en grandes bandejas, unas botellas de chapurrao, mistela, licores de café y membrillo les aguardaban para entrar en calor

Entre bailes y chascarrillos pasaban la velada todos unidos. Los hijos después de cenar jugaban en el cuarto largo y ya rendidos en colchones tirados en aquella larga habitación se dormían.

A la mañana siguiente, el día del Nacimiento, se iban cada uno a su casa pero al llegar la noche se volvían a reunir ya en otro cortijo y así se pasaban las Navidades cantando bailando y comiendo.

Cuando los niños más contentos estaban, era cuando llegaban los Reyes Magos. Todos ponían sus zapatos, que los habían dejado relucientes, colocados en la chimenea. Esperaban a ver si al amanecer el día, les habían dejado algún juguete.

Este año los padres lo hicieron diferente. Se reunieron todos los vecinos en el cortijo de Cosio, allí llegarían los Reyes Magos. Cada familia había llevado cosas de la matanza: morcillas, chorizo… , vino del país, licores y dulces de los que habían hecho. Los niños habían colocado sus sillas junto al fuego y ya todos sentados, preguntó Jimena ¿porqué se escucha ruido dentro de la chimenea? y Diego, su hermano, dijo: ¡Son los Reyes que han llegado!. Martina, Sofía, Adriana, Lucía, José, Jimena, Diego y la pequeña Vega con una sonrisa miraban atónitos sin comprender lo que pasaba. Empezaron a escuchar campanillas y cascabeles, de pronto amarrados a una cuerda empezaron a caer juguetes. Una moto ¿para quién? para Diego respondieron. Una máquina con cadenas para la nieve y unos esquis para José. Patines ¿para quién?. Son para Lucia, Jimena, Sofía y Adriana Una muñeca para Martina Y para la más pequeña qué le traerán. Asomó un tacatá, este para Vega para que aprenda a andar.

Que felicidad más grande en sus caritas, iluminadas por la emoción. Salieron para la calle y que gran sorpresa; allí estaban los camellos, comiendo su pienso y bebiendo agua en el pilón que había junto al pozo .Los Reyes Magos y sus pajes sentados en las picaeras, debajo del llorón, descansando un poco para después continuar su viaje y repartir todos los regalos que durante la larga noche tenían que entregar”

Rogelia Pozo 21. noviembre .2018.

Mi bisabuelo y la guerra de Cuba

La guerra de Cuba fue la guerra de los pobres, de los desheredados, los humildes, los que no disponían de mil quinientas pesetas (1.500pts) para pagar a un mercenario que fuera en su lugar. A este grupo pertenecía mi bisabuelo materno Vicente Hortal Soroche

La travesía duró veintiún días en un barco de fuego rápido, que navegaba con leña. Durante los cuatro años que mi bisabuelo estuvo en la guerra de Cuba, entre el calor y la humedad de la isla que eran insoportables, vivió toda clase de peligros y sufrimiento. Luchando contra un enemigo invisible que aparecía y desaparecía. Era una guerra de guerrillas. Las ciudades estaban en paz. Los insurrectos se iban al monte, se organizaban y atacaban al ejército español por sorpresa. Rara vez presentaban batalla, donde siempre les tocaba perder.

Lo más trágico fue que después de firmada la Paz de Zanjón y acabada la guerra, cuando trasportaba con otro una camilla con un herido, recibió un tiro en el brazo derecho con una bala explosiva que le destrozó el húmero de manera que hubo que amputarle el brazo. Durante la operación se le pasó el cloroformo, bregó y tiró el instrumental de los cirujanos y oyó decir Te aseguro que no lo vas a volver a tirar. Lo anestesiaron de nuevo y estuvo a punto de no recuperarse. Sin embargo, uno de aquellos médicos se interesó por él y le arregló la documentación para que ingresara en el cuerpo de Mutilados de Guerra por la Patria.

En documentos desclasificados en Estados Unidos se ha sabido que ellos mismos hundieron el acorazado Maine para declarar la guerra a España. La Escuadra Naval Española se enfrentó a la Americana. El desastre fue total. Nuestra escuadra fue hundida en su mayor parte, pero el honor de aquel almirante y aquellos soldados que no rehuyeron el combate en aquellas circunstancias, quedó a salvo.

A mi bisabuelo a  su regreso lo apodaron Vicente «El mancortas» abreviación de  «El manco Hortal»

 

 

LOS ESCRITOS DESCRIBEN EL DESASTRE DE LA ARMADA ESPAÑOLA OCURRIDO EN 1562 EN LA HERRADURA. LA RECUPERACIÓN DE UN CAÑON Y LA CAPTURA DE UN ESCLAVO EN BENAMAUREL

 

El 19 de octubre de 1562 una tormenta se llevó casi una escuadra entera frente a la costa granadina. 28 naves, capitaneadas por Juan de Mendoza habían salido de Málaga, y trataban de refugiarse en las costas de la Herradura, 25 de los barcos se hundieron muriendo centenares de marineros, pero decenas de presos (galeotes) se dieron a la fuga. Uno de los fugados fue encontrado en Benamaurel. En 1563 Hurtado de Mendoza se hizo cargo del detenido tras un pleito con el Concejo de Baza que pretendía asumir la reclusión del preso.
Esto me lleva a preguntarme
¿Por qué se dirigió este preso hasta nuestro pueblo? Primero por la gran distancia que tuvo que recorrer andando, la poca población de la que contaban en aquellos años. Unos datos procedentes de un escrito de Carmen Peñalver nos dicen que entre los años 1595 y 1597 Benamurel contaba con una población aproxima de 125 y135 vecinos (solo estaba censado el cabeza de familia).
¿Tenía algunos conocidos en Benamaurel?
‘¿Por qué tenían tanto interés Mendoza y el Concejo de Baza por asumir su reclusión.si era sólo un preso?.
Son preguntas que se nos quedan en el aire, y a las que no encontraremos respuesta. O tal vez si….

Mª LUZ GOMEZ