JUEGO DE MUÑECAS

En mi infancia no había casi muñecas y mucho menos como las de ahora que saben hablar y hasta llorar, como mucho, si tenías la suerte de poder comer chocolate Lloret suficiente para rellenar el album de Rommer, tenías, como premio, una muñeca gigante que era capaz de andar mientras giraba el cuello.

Salvo eso y alguna privilegiada que tenía una muñeca de cartón (cuidado de no lavarla con agua) o de tela (la mayoría de fabricación casera) bastaba con una piedra o un palo, envolverlos en un trapo y hacer una muñeca que no hacía nada pero a la que podíamos hablar, cantar una nana y hasta regañar si no comía.

Con esta publicación doy por terminada la serie de JUEGOS DE MI INFANCIA. Hay muchos más (el yo-yo, juegos de manos, juegos con gomas, ladrón y ministro, carreras de cintas, juego de las casicas…). A pesar del escaso interés y participación, he disfrutado enseñando mis recuerdos y ojalá que el esfuerzo de dejarlo publicado en la página de la web del ayuntamiento nos pueda servir para combatir el aburrimiento de nuestros nietos en lugar de dejarle nuestro móvil para que no nos molesten. Saludos.

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