Te quiero, me decía el embustero
Te juro que mi amor es noble y puro
vidita cuando acabe de estudiar
por mi madre te prometo que nos vamos a casar
Tanto querer me fingías, tan buena fe me demostraba
Que mi pasión cedió un día sin saber que me engañaba
Y mirando a la vidriera, me esperaba que saliera
todos los días por la noche del taller
Y al llegar el nuevo día, el volvía a la clase y yo volvía al taller
Así pasaban los días así pasaron tres años
Sin que a nuestras alegrías le entraran los desengaños
Terminó al fin su carrera y a arreglar fue los papeles al altar donde nació
Y al marchar dijo espera y esperando y esperando, pero nunca más volvió
Mi vida ha quedado destruida, mi signo anda por el mal camino
Vagando mi perdición pregonado.
Y de pronto pasó un hombre junto a mi
y mirando cara a cara yo no se lo que sentí
Aquel hombre era el ingrato que mi virtud robo un día
y olvido en poco rato, lo que antes me prometía
de el me puse por delante con rabia y jadeante
y le dije mi mal vivir
y el con el orgullo necio me escucho
y me hizo un desprecio y después se puso a reír
y ya de mi no fui dueña, quise vengarme con despecho
y una hoja baceteña se la sepulte en el pecho
y al verlo tendido en tierra herido y agonizando
lo recogí con dolor y su cuerpo casi frío lo abrace llena de amor
y loca puse su boca en mi boca, sus labios los bese llena de agravios
y entonces hijo de mi vida ahora porque vas a cambiar.
Anastasia Carmona.
Mª Luz Gómez