MANUEL PRIETO MORATA (PRIMERA PARTE)

El 7 de febrero de 1915 nacía en el barrio Bendo un niño que iba a marcar la historia de Benamaurel , cosa que no se le reconoció en su momento .Por eso desde aquí, y con la ayuda de sus hijas, quiero daros a conocer un poco la historia de este hombre, al que recuerdo sumido en sus pensamientos y contaros un poco de su vida, un tanto especial y llena de muchos sufrimientos.
Las travesuras formaban parte de su niñez. No ingeniaba nada bueno:
Le quitaba los huevos a las gallinas cluecas para romperlos.
Un día aburrido y pensando que hacer…… Se dirigió cueva adentro , al llegar al dormitorio de sus padres , sobre el arca, vio una cartera, la abrió ,y saco los billetes de ella . Cogió unas tijeras y comenzó a recortar las figuras de los billetes . Como era de esperar, cuando llegó Antonia, su madre, y entró al dormitorio con el candil, al ver la alfombra de recortes de papel que allí se encontraba , sobre el suelo de tierra .Ni corta ni perezosa, comenzó a gritar su nombre, MANUEEEELLLLLL. El no sabía muy bien de que se trataba en esta ocasión, pero se guardo de estar cerca de su madre el resto del día.
Un día de tantos hicieron un baile en el barrio Vendo. Todo el barrio estaba de lleno de alegría. Del horno de poya salía olor a pan recién amasado. Manuel con el resto de niños, cogieron un trozo de caña, la llenaron de azufre y guindillas y la echaron por la chimenea del horno. Todas las mujeres salieron gritando de allí. Al ruido de las voces, los del baile también salieron a la calle nombrado todos su nombre. Como es de imaginar esta vez se le cayeron encima algún que otro tortazo.
Con 8 años se fue a servir de marranero a un cortijo del rio Baza. Cada 15 días iba andando a su casa para cambiarse la ropa, ganaba 5 pts al mes y solo le daban de comer olla de nabos con patatas. La carne solo la olía, por lo que él y la moza se pusieron de acuerdo para comer alguna, de vez en cuando.
Cuando la señora quería embutidos, le daba la llave a la moza para que subiera a la solana. La muchacha tenía que estar todo el rato hablando para que no se comiera ninguno a escondidas. Ella ya había quedado con Manuel que le esperaba debajo de la ventana de la solana y desde allí le lanzaba las tripas a Manuel. Este dando un buen salto la cogía con gran habilidad y la introducía con rapidez en su camisa, y marchándose al pajar . Allí esperaba a la moza para dar buenas cuentas del salchichón o chorizo.
Una mañana, los señores se marcharon temprano del cortijo, para no volver en varios días. Manuel y la muchacha llevaban meses sin probar algo de carne, por lo que le echaron el ojo al gallo más flamenco y hermoso que había en el corral. Uno por cada lado, tardaron poco tiempo en que el pobre animal cayera en sus manos y retorcerle el cuello. Pensando en saciar su más soñado deseo “comer carne” Y así lo hicieron. Pero ahora había que ingeniar una estrategia que fuera buena para contarle al señor ,lo que había sucedido con el gallo ,y que este los creyera. Cuando vieron la polvareda que el carruaje levantaba de lejos, cogieron el gallo y lo tiraron cerca de las patas de las mulas para que lo pisaran. Cuando el señor bajó del carruaje lo recibieron con cara de tristeza y pesadumbre
_ Manuel: ¡ Señor, señor el gallo se ha muerto¡¡¡¡
Se dirigieron a la cuadra de los animales y allí estaba el pobre animal revuelto en las cajoneras de las bestías. No se distinguía apenas el color zarario de sus plumas con el color de las heces.
_El señor:¡ Retirad eso de mi vista¡
Eso querían oír, el estómago les daba saltos de alegría. Rápidamente se dirigieron al pajar donde pusieron una caldera con agua hirviendo, lo introdujeron y comenzaron a desplumarlo. No importaba los maratones que llevara en la piel, producidos por las pisadas de los animales. En una buena sartén comenzaron a freírlo y dieron comienzo al gran banquete.
Así iban pasando 25 años sirviendo en el cortijo, años de escasez de alimentos, de si señor… , como usted diga señor………. Todo ello iba forjando un entramado de ideas , de deseos de libertad, de prosperar. Se iba enraizando en cada rincón de su cuerpo formando un entrando de deseos de cambio, sin saber leer ni escribir, por que a los mozos le estaba prohibido.Así era más fácil su manejo, su servidumbre sin peros….. sin ideas que pusieran en peligro la majestuosidad de aquellos años para algunos.
Mariluz Gomez Martinez

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